La Semana Santa de Sevilla es la fiesta popular por excelencia, celebrada desde el siglo XVII, es la más universal y está declarada de interés turístico internacional. La semana Santa se vive y se siente en muchos rincones y rinconcitos de España, pero en Andalucía es dónde más pasión se le pone. Además de sentirse, en Sevilla se sufre. La fe, el fervor, la tradición y el orgullo se entremezclan formando parte de una gran ensalada condimentada con el despilfarro de dinero invertido en oro, plata y trajes, para honrar a las decenas de vírgenes y cristos crucificados.
Como si de equipos de fútbol se tratase, las cofradías o hermandades (congregaciones de personas que intentan hacer obras caritativas) rivalizan y se preocupan durante todo un año de engalanar y cuidar lo mejor posible sus imágenes y sus pasos, que representan la Pasión y la Muerte de Cristo. Los pasos son de un valor incalculable. Generalmente, la base es de madera recubierta con oro y plata. Algunas cofradías recubren sus pasos todos los años para aumentar el valor “espiritual” del paso y ganarle al resto en dinero invertido.
Estos pasos pueden llegar a pesar más de una tonelada y son llevados por los costaleros, sufridos hombres si los hay (las mujeres por ahora lo tienen prohibido) que cargan a sus hombros con cientos de kilos, acarreándoles unas nefastas consecuencias para la columna vertebral, el cuello y las rodillas. Los costaleros van debajo del paso, solo se les ve los pies que arrastran con pasos cortos y sincronizados mientras recorren la ciudad durante más de 10 horas, rotando constantemente. Este movimiento parece hacer mover la imagen hasta darle una engañosa y escalofriante vida que hacen poner la piel de gallina a fieles y curiosos. En definitiva, nadie se libran de la emoción. Si todavía le sumamos una gran orquesta detrás con bombos y trompetas y cientos de nazarenos o penitentes escondidos tras capirotes y túnicas, con velas enormes en la mano, en silencio y caminando en procesión, los pelos de la nuca, lo único que faltaba por estimular, se terminan erizando, completando todo un cúmulo de sensaciones corporales lo cual representa, una buena dosis recomendada de Semanasantína.
Los nazarenos, que hasta este año solo podían ser hombres, se visten con túnicas y capirotes en forma de cucurucho con apenas dos orificios para poder ver. La razón: ocultar la identidad y la altura. Imaginen los socios del KuKuxKlan vestidos con otros colores, pero no se asusten, en este caso no queman cruces en los jardines de los negros, sino que reparten inofensivos caramelos y estampitas.
Cabe decir que existen cofradías, como El Silencio o el Gran Poder, optan por no tener música, llegando al extremo de exigir silencio rotundo durante el paso del paso, valga redundancia. Nadie puede hablar, el que lo hace es increpado. La escena es terrorífica porque además son muy austeros en la vestimenta, van de negro, algunos descalzos y muchos de sus penitentes cargan con cruces.
Como si de equipos de fútbol se tratase, las cofradías o hermandades (congregaciones de personas que intentan hacer obras caritativas) rivalizan y se preocupan durante todo un año de engalanar y cuidar lo mejor posible sus imágenes y sus pasos, que representan la Pasión y la Muerte de Cristo. Los pasos son de un valor incalculable. Generalmente, la base es de madera recubierta con oro y plata. Algunas cofradías recubren sus pasos todos los años para aumentar el valor “espiritual” del paso y ganarle al resto en dinero invertido.
Estos pasos pueden llegar a pesar más de una tonelada y son llevados por los costaleros, sufridos hombres si los hay (las mujeres por ahora lo tienen prohibido) que cargan a sus hombros con cientos de kilos, acarreándoles unas nefastas consecuencias para la columna vertebral, el cuello y las rodillas. Los costaleros van debajo del paso, solo se les ve los pies que arrastran con pasos cortos y sincronizados mientras recorren la ciudad durante más de 10 horas, rotando constantemente. Este movimiento parece hacer mover la imagen hasta darle una engañosa y escalofriante vida que hacen poner la piel de gallina a fieles y curiosos. En definitiva, nadie se libran de la emoción. Si todavía le sumamos una gran orquesta detrás con bombos y trompetas y cientos de nazarenos o penitentes escondidos tras capirotes y túnicas, con velas enormes en la mano, en silencio y caminando en procesión, los pelos de la nuca, lo único que faltaba por estimular, se terminan erizando, completando todo un cúmulo de sensaciones corporales lo cual representa, una buena dosis recomendada de Semanasantína.
Los nazarenos, que hasta este año solo podían ser hombres, se visten con túnicas y capirotes en forma de cucurucho con apenas dos orificios para poder ver. La razón: ocultar la identidad y la altura. Imaginen los socios del KuKuxKlan vestidos con otros colores, pero no se asusten, en este caso no queman cruces en los jardines de los negros, sino que reparten inofensivos caramelos y estampitas.
Cabe decir que existen cofradías, como El Silencio o el Gran Poder, optan por no tener música, llegando al extremo de exigir silencio rotundo durante el paso del paso, valga redundancia. Nadie puede hablar, el que lo hace es increpado. La escena es terrorífica porque además son muy austeros en la vestimenta, van de negro, algunos descalzos y muchos de sus penitentes cargan con cruces.
Algunas cofradías, además de las nombradas antes, son: El Calvario, Esperanza de Triana, Los Gitanos, El Cachorro y Los Negritos. Cada una dispone generalmente de dos pasos, uno con un cristo y otro con una virgen. Las imágenes de las vírgenes, llorando eternamente la muerte de su hijo Jesús, están arropadas por mantones y palios bordados con hilos de oro de valor incalculable. Todos los años se agregan motivos nuevos, como forma de alardear y competir con los demás.
Al paso de la virgen la gente le grita piropos, como “guapa”, o se les canta una saeta por parte de personas anónimas o no que se animan a cantarle a capela. Cuando esto sucede el paso se detiene y todos hacen silencio. Hasta la virgen parece escuchar la desgarradora canción que se le está dedicando.
Meses antes, el ambiente se va preparando lentamente, los medios de comunicación comienzan a dedicar programas y páginas especiales para hablar de la Semana Santa. En la semana de Semana Santa, los canales transmiten las 24 horas en directo. No en vano, la Semana Santa de Sevilla deja una propina de más de 20 millones de euros.
El último jueves de la semana, comienzan las procesiones que van a durar hasta el día siguiente. Se llama la “Madrugá” (“madrugada”) y durante esa madrugada nadie duerme en la ciudad. El centro se llena de gente que deambula de un lado para el otro buscando ver las distintas procesiones distribuidas por todas las calles del centro, hasta desembocar en la Catedral, la estación de Penitencia, el lugar donde por fin piden el perdón por los pecados cometidos durante el año anterior.
Los invitamos sin dudarlo a venir y sentir esta fiesta aunque sólo sea por un día en la vida, lo cual sería considerado por la OMS como una dosis suficiente, para comprobar en carne propia las sensaciones que se experimentan, así sean, terrenales o celestiales.
Al paso de la virgen la gente le grita piropos, como “guapa”, o se les canta una saeta por parte de personas anónimas o no que se animan a cantarle a capela. Cuando esto sucede el paso se detiene y todos hacen silencio. Hasta la virgen parece escuchar la desgarradora canción que se le está dedicando.
Meses antes, el ambiente se va preparando lentamente, los medios de comunicación comienzan a dedicar programas y páginas especiales para hablar de la Semana Santa. En la semana de Semana Santa, los canales transmiten las 24 horas en directo. No en vano, la Semana Santa de Sevilla deja una propina de más de 20 millones de euros.
El último jueves de la semana, comienzan las procesiones que van a durar hasta el día siguiente. Se llama la “Madrugá” (“madrugada”) y durante esa madrugada nadie duerme en la ciudad. El centro se llena de gente que deambula de un lado para el otro buscando ver las distintas procesiones distribuidas por todas las calles del centro, hasta desembocar en la Catedral, la estación de Penitencia, el lugar donde por fin piden el perdón por los pecados cometidos durante el año anterior.
Los invitamos sin dudarlo a venir y sentir esta fiesta aunque sólo sea por un día en la vida, lo cual sería considerado por la OMS como una dosis suficiente, para comprobar en carne propia las sensaciones que se experimentan, así sean, terrenales o celestiales.
Imágenes y pasos
Los nazarenos y penitentes a su paso por la Catedral de Sevilla y mezclados entre el gentío.
Más nazarenos por las calles de Sevilla. Abajo a la derecha algunos costalesros que esperan su turno con una especie de pañuelo en la cabeza, acolchonado en la nuca.
Arriba un paso transportando la Virgen. Abajo más "temibles" nazarenos y un puesto callejero de venta de inciensos, olor típico de la Semana Santa.
2 comentarios:
Holaa! solo queria informarte de que las mujeres no salen de nazarenas este año por primera vez,llevan ya muchos años saliendo de nazarenas,de echo,solo quedan 3 o 4 hermandades en la que solo salen hombres nazarenos.Solo queria darte esa informacion xq en eso estas equivocado.chao
Gracias por el dato, pero tendré que comprobarlo personalmente. Así que en la próxima Semana Santa saldré a levantarles los capirotes a los nazarenos para ver que sexo se esconde debajo. No pasará nada digo yo.
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