sábado, 29 de diciembre de 2007

Liseberg

El Liseberg es el parque de diversiones de Gotemburgo (http://www.liseberg.se/). En noviembre y diciembre abre sus puertas para deleitar a sus visitantes con motivos y arreglos navideños. El Liseberg se viste de luces y una gran feria de artesanías y comidas típicas brinda un color muy navideño. La mayoría de las atracciones están cerradas, solo abren las ruletas y los juegos de apuestas.
Por 27 días se puede disfrutar de 700 árboles de navidad iluminados, una pista de patinaje sobre hielo y una pista de esquí, 15 fogones para calentarse, 2300 litros de glögg sin alcohol y 1000 con alcohol, 500 k de almendras y nueces, 26.000 pepparkakor y de las 3 286 722 luces que iluminan el parque.
Este año tuvimos la suerte de ir al parque en familia, en patota. Muy bien abrigados porque el frío cruzaba como dagas y cuchillos afilados. También nos visitaron unos amigos andaluces, Tere y Pedro, que vinieron a buscar nieve pero lamentablemente se fueron con las manos vacías.








Tere y Pedro, poco acostumbados al frío de estas latitudes, se entibian con un chocolate caliente.

Glögg



La bebida navideña por excelencia es el Glögg, una bebida que se toma caliente y está hecha con vino, nueces, pasas de uva y especias variadas.
Calentar el vino en Suecia es una tradición de la Edad Media. El Rey Gustav Vasa tomaba encantado su mezcla de vino, miel, canela, jengibre, cardamomo y clavo de olor. Pero ya tiempo antes los griegos y romanos tomaban vino dulce con especias.
Un vino malo se vuelve bebible con azúcar y especias. Esta fue una de las causas por las cuales surgió el glögg.
Un vaso de glögg caliente ayuda a calmar el frío en los días invernales. Para que se hagan una idea, la empresa Vin & Sprit, en Skåne, vende cerca de 5.000.000 de litros en solo 6 semanas.
Pero si somos tan ratas que no queremos comprar una botella de glögg que es más bien barato, les recomiendo una forma sencilla de hacerlo en casa. Yo, el más rata de todos, ultimamente estoy comprando la botella de glögg en el supermercado.

Ingredientes

- 1 botella de vino tinto barato o caro (yo les recomiendo uno barato porque existen serias posibilidades de que no les guste)
- 1/2 taza vodka
- 10 g canela en rama
- 1.5 g clavo
- 1 pedacito de jengibre
- 2 g cardamomo molido
- almendras y pasas
- 300 g azúcar
- 1 cucharada de azúcar de vainilla

PREPARACIÓN

1. Moler el cardamomo y la canela, poner todas las especias en un frasco de cristal y añadir el vodka. Tapar y dejarlo 24 horas. Guardar el vodka y tirar las especias.
2. Poner las almendras en agua hirviendo 10 segundos y después pasarlas por agua fria y pelarlas.
3. Mezclar el vino tinto con el vodka en una olla, añadir la vainilla, el azúcar, las almendras y las pasas. Calentar tapado durante unos minutos pero sin dejar que hierva. Servir caliente.
4. Hic... Salud!!!

Sobrinos. Especial de Navidad









viernes, 28 de diciembre de 2007

Santa Lucía

“La noche avanza con pasos pesados
alrededor de granjas y huertos.
Alrededor de tierras, que el sol dejó,
las sombras traman.
Entonces en nuestra casa oscura
sube con velas encendidas
Santa Lucía, Santa Lucía.”



Santa Lucía se celebra los 13 de diciembre, la noche más larga del año. Esta fiesta popular, es lo que oficialmente da el puntapié inicial a la celebración de la Navidad. Santa Lucia es la reina de la luz que viene a alumbrar la oscuridad del invierno sueco. Lucia significa Luz y es original de Italia. Ese día se elige en toda Suecia una representante para cada estado, pero la elección más importante se realiza en Estocolmo. También en cada escuela y en cada guardería se eligen a las niñas que representarán a Santa Lucia ese año.
Las Santas Lucias se visten con largas túnicas blancas con una cinta roja atada en la cintura y una corona que sostiene velas encendidas. Completan la escenografía los “niños estrellas”, unos chicos con sombreros altos decorados con estrellas, llamados stjärngossar, los niños disfrazados de pepparkakor (Galletitas de jengibre) y los tomtar (gnomos de la mitología nórdica). Las niñas, si no son elegidas “Lucía”, prefieren ir de “damas de honor”, ataviadas con túnicas blancas y llevan una vela en la mano. Todos juntos forman un coro que canta canciones populares navideñas. Algunos coros recorren hospitales y lugares de trabajo.




Celebración de Santa Lucía en la escuela de Valentina. Ella es una de las damas de honor y Mati y Santi, colados de honor en la fiesta, son los duendes más chiquitos.

En el día de Santa Lucía se come especialmente los lussekatter o bizcochos condimentados con azafrán y pasas de uvas, muy ricos por cierto. También ese día y todos los días de diciembre y enero hasta agotar stock, se devoran las pepparkakor o galletas de jengibre.
Las pepparkakor son una de las más viejas galletas tradicionales. Ya se conocían en el 1300 pero recién en el 1700 recibieron ese nombre. Las propiedades de las especias hicieron creer que las pepparkakor tenían propiedades medicinales.
Hay un dicho popular que dice que si comés de estas galletas te volvés bueno. Y pensar que existe gente que no le alcanzaría la vida para comer tantas. Es tradición que los niños hagan de estas galletas en la escuela en compañía de sus padres.



Este fue el primer año que le tocó a Valentina hacer pepparkakor en la guardería.

Como hacer pepparkakor y convertirse en la persona mas buena del mundo sin empacharse.

Ingredientes

100 g manteca
3 dl de azúcar
2 dl de melaza
3 dl de leche
1 cuch de canela
1 cuch de jengibre
1 cuch de clavo de olor
1 cuch de bicarbonato
1,5 l y un poco mas de harina
Almendras y pasas (opcional)



Se calienta la manteca, azúcar, melaza y especias revolviéndolo hasta que la mezcla este muy ligera, Se vierte la lecha poco a poco y se deja enfriar. Se aniade la harina mezclada con el bicarbonato. La masa debe estar bastante firme. Se deja descansar en lugar fresco por lo menor un día. Se extienden porciones de la masa con un rodillo formando una lamina de unos 3 mm de espesor, sobre una mesa con un poco de harina, la masa restante se debe mantener en un lugar fresco porque sino pierde parte de su consistencia. Se recortan formas con un molde, por ejemplo un vaso. Se colocan una pasa o una almendra en cada oblea. A la masa que sobra se le vuelve a dar la forma de lámina para seguir recortando. Se van colocando sobre la bandeja del horno, que se puede untar con un poco de manteca la primera vez. El horno a 175 grados C. Se hacen muy rápidamente, 15 min. aproximadamente.
Mucha suerte.



Lussekatter

Ingredientes
13 a 14 dl de harina
1 cajita de azafrán
½ cdita de sal
½ dl de miel
1 huevo
225 grs de manteca
50 gr de levadura
5 dl de leche


Yo los hago así: Poner en un bowl la harina, el azafrán, la sal, la melaza y comenzar a batir. Agregar la manteca y la levadura desmenuzada. Calentar la leche y agregarla. Amasar 5 minutos enérgicamente. Si se necesita se puede agregar un poco mas de harina. Dejar leudar de 20 a 30 minutos, sacarle el aire y volcar en la mesa. Cortar en trozos y hacer rollitos de un dedo de diámetro. Formar eses arrolladas en las puntas. Ponerlas en una asadera enmantecada y dejarlas leudar de 20 a 30 minutos. Pintarlas con huevo y en los rollitos de las puntas de las eses incrustarles pasas de uva. Cocinar de 8 a 10 minutos en un horno de 225 grados.

La cabaña

Pasar la Navidad en esta cabaña en el medio del bosque fue fabuloso. Aunque los duendes y gnomos no cortaron la leña ni mantuvieron el fuego prendido fue una experiencia muy buena. El clima se mantuvo lluvioso y frío. No faltaron ni las caminatas, ni el mate, ni los regalos, ni siquiera el Tío Noel.







Lo que hay que hacer para asustar a una sobrina



Navidad en Gotemburgo

Cuando el almanaque grita a viva voz "¡comienza diciembre!", la revolución empieza a gestarse. Las tradiciones navideñas se desempolvan. La mente, el cuerpo, el alma y las billeteras se preparan para la gran ofensiva. Armados con tarjetas de crédito de diferentes colores y saldos, el ejército pro consumismo sale a las calles a llevarse todo por delante. Tiendas, galerías y shoppings son los campos de batalla. La sangre corre por las escaleras y los escaparates. Todos quieren tener esa cosa, regalar esa cosa, antes de que se termine.
Las hormigas cargadas con bolsas y bolsas caminan sin rumbo fijo, a contramano de las demás, chocando y empujando. Los carteles luminosos hacen picar como pelotas bobas a los kamikazes que se estrellan en cualquier vidriera. Ojos que ven corazón que quiere, efectivo que no alcanza tarjeta que todo lo puede.


El 13 de diciembre se celebra Santa Lucia, y a partir de ese momento comienza oficialmente la Navidad en Suecia. Comienzan las primeras compras, los primeros regalos y las primeras cifras para las estadísticas. Estas dicen que en este último mes del año se gasta casi la misma cantidad de dinero que en todos los 11 meses anteriores juntos. Y estamos hablando de bastante guita o pasta.
La tradición navideña también encierra una cantidad enorme de cosas aparte de las compras y los regalos. La comida por ejemplo es un aspecto a rescatar. Hay cosas que en una mesa de Navidad no pueden faltar. Todos los suecos saben lo que van a comer todos los años, ya que se repite el mismísimo menú cada 24 de diciembre por la tarde-noche.
La gente adecua sus hogares a la circunstancia. Se cambian las cortinas (ahora son rojas o verdes), los manteles, se ponen velas, se encienden los primeros candelabros de adviento, las estrellas de David y los árboles de Navidad, también aparecen las primeras figuras de paja y los simpáticos duendes empiezan a reproducirse como conejos.
Las flores más populares en esta época, y por populares son las más baratas que se encuentran hasta que te las tiran por la cabeza, son los jacintos, flores de Pascua y amarilis.
La comida juega un papel preponderante en estas fechas. Los componentes principales de la comida navideña son el jamón, panchos, arenque y arroz con leche. Como ven no se complican mucho.
A diferencia de la Yorugua Jul (Navidad uruguaya), donde el calor llega a temperaturas extremas, en Suecia ocurre lo contrario. Diciembre puede llegar a ser uno de los meses más fríos del invierno. Si hay suerte, la nieve cubre todo como una gran alfombra blanca y le pone canas a los árboles, además de iluminar naturalmente la temprana noche.
La pasada Navidad no la pasamos en Gotemburgo, sino que en Sevilla. Regalos había, comida había, bebida había, pero familia faltaba. Este año quisimos tener una navidad blanca y rodeado de parte de la familia. Lamentablemente, Gotemburgo no nos dio nieve este año, sí lluvia y barro, mucho.

Si hago memoria, las navidades anteriores en estas tierras vikingas no fueron tan blancas. Recuerdo que un año, dos días antes de Navidad, una lluvia mansa se transformo en una gran tormenta de nieve que cubrió toda la ciudad. Esto hizo creer que la Navidad iba a ser como en las películas que de niño, alguno que lo fue, veía en la Red de Televisión Color, allá en un pueblo sin más nieve que la de los alfajores Portezuelo. Pero el encanto "duró que lo duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks", como cantó algún día Sabina, porque la misma lluvia que fue el comienzo de la nieve, vino a buscarla nuevamente y se la llevó algunas horas antes de las 24 del día 24. Y así aquella Navidad, con nieve cayendo en forma de gotas. Aunque tuvo su revancha el fin de año donde la nieve vino para quedarse y se quedó bastante tiempo. Se hizo sentir en la calle e iluminó la oscuridad de la noche. La noche, esa señora tan larga que en invierno vive gran parte del día.
En esta última Navidad también fue sin nieve, por lo menos en Gotemburgo y el sur de Suecia. Las temperaturas no llegaron nunca a cero grados, requisito fundamental para que la nieve se forme. Las temperaturas oscilaron entre 2 y 4 grados por lo que es como pedir peras al olmo. Lo fantástico fue pasar 3 días en una cabaña de los años 20 en medio del bosque, decorada y mantenida tal cual se estilaba en esos tiempos. Creo que no hay cosa más sueca que esa.
La Navidad en Gotemburgo y en toda Suecia se vive y se siente con muchas ganas. Las tradiciones centenarias se mantienen intactas. Los adornos, la comida, las fechas, la familia, las compras, la bebida, todo es tradición. Y casi todo resulta pintoresco para estos ojos que vivieron veinti y tantísimas Navidades con turrón, pan dulce, lechón a las brasas, remera y pantalón corto.

Otra Navidad que llega


Otra Navidad que llega. Sin prisas, como hace unos años, cuando aquel primer copo de nieve caía ante nuestras narices congeladas en Gotemburgo. Lento, lento pero irremediable, hipnotizado por la gravedad terrestre. Aquella Navidad fue blanca. Una mesa era suficiente para cuatro. Los vecinos eran tranquilos, prácticamente no hacían ruido. Eso sí, los “Papás Noel” sufrían hernias de disco por cargar con tamañas alforjas. Sin demasiado esfuerzo, recuerdo otras navidades no tan blancas. Las Navidades de short y mangas cortas, de nieve de espumaplast, de turrones y pan dulce, de muchas calorías. De padres transpirando a la lumbre, buscándonos el mejor trozo de cordero o lechón. De madres sacando sin pausa pizzas del horno. De hermanos borrachos de coca cola, rompiendo los nervios con las bombas brasileras. De abuelas derrochando energía, de aquí para allá. De amigos que no esperaban las doce campanadas para salir de juerga. De las mesas tren, una pegada a la otra. Navidades de mucha gente, de discusiones, de mucha bulla. De comerse los dedos esperando al Papá Noel pobretón, que arrancaba sonrisas de alegría por más humilde que fuera el regalo. De no despreciar nunca aquellos calzoncillos.
Otro año que se va, otro que llega y otro más allá, no tanto, que espera. Lento, lento, pero irremediable, de paso firme y seguro. Parece que los años fueran cayendo como manzanas maduras de un árbol gigante. Cada manzana, cada año que cae, por la gravedad del tiempo, se transforma en canas, en arrugas, en más barriga, en pelos que se hacen invisibles, en sobrinos, en nietos. A todos, entonces, este año 2008, nos traerá otra cana, otra arruga, incluso otro nieto, otro sobrino, lamento informarles, es irremediable.
Nos quedarán las orejas rojas del teléfono, hay lugares que no podemos dejar de visitar, así nomás sin visa ni pasaporte, países enteros que recorremos rápidamente, ligeros de equipaje. Yo no me pierdo por nada en el mundo el asado del viejo y la pizza de la vieja. Es que ya casi puedo sentir el olor a carne asada que se escabulle del patio, casi puedo ver a hermanos borrachos, pero ya no de coca cola, a la gente llegando y elevando el volumen de la noche. Pasamos, sin dudarlo, por cada una de las casas de nuestros amigos y familiares, por Flores, por Montevideo, por Ames…
Ahora, contentos pero cansados del extenuante viaje, volvemos a nuestra acogedora cabaña sueca por fuera, uruguaya de corazón. Típica cabaña en el medio de la nada, podría decir un pobre solitario, en el medio de lo mucho, digo yo, un tipo muy bien acompañado.
¿Ya estamos todos acomodados alrededor de la mesa?
Entonces, sin más preámbulo, los invito a cargar las copas de burbujas y después levantarlas un par de centímetros por encima del hombro.
Ahora cerramos los ojos y ocupamos nuestra mente con un pensamiento positivo.
Por último abrimos los ojos, está descontado que sonreímos con el que está enfrente.
Recién ahora intervendría yo diciendo: Les deseo una muy feliz Navidad, un 2008 lleno de sueños cumplidos y que las arrugas se les noten lo menos posible.
Y finalmente, por fin el final último, hacemos repicar el cristal de las copas. ¡Salud! Y fondo blanco.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Muchísima historia en poquísimas palabras

La historia del territorio que hoy conocemos como España es, como todos sabemos, muy larga. En la escuela siempre se nos inculcó bastante sobre nuestros antepasados peninsulares. Salíamos sabiendo más de lo que había pasado del otro lado del charco, quién fue el que gritó “tierra”, quién pintó la Niña y la Pinta o de que gallina era el huevo de Colón. Sabíamos una historia lejana de miles de años, pero éramos unos burros en nuestra propia historia reciente.
A lo que vamos. Andalucía al estar en un lugar estratégico, tanto para entrar como para salir de Europa, ha sido trillada literalmente por varias culturas durante cientos de años. Primero fueron Tartesios, después fenicios, griegos, romanos, árabes, ahora nosotros, mañana los robots y pasado mañana los gusanos y pasado pasado mañana, y viendo lo que nos espera con esto del cambio climático, nadie. Todos pusieron su granito de arena para construir lo que es hoy la cultura andaluza.
En el 700, los árabes conquistaron esta zona del planeta y se quedaron hasta que el rey Fernando III dijo basta, terminemos con toda esta parodia del Islam y devolvamos la fe católica a este territorio que tanto echa en falta. Entonces en el 1492, acorraló en Granada a los musulmanes hasta que éstos se rindieron. Ese mismo año, nuestros archi-mega-súper conocidos Reyes Católicos, Fernando e Isabel, reinaban otra vez en España.
El legado musulmán en la península y principalmente en Andalucía es impresionante. Ejemplos increíbles son la Alhambra en Granada, la Mezquita en Córdoba o la Giralda en Sevilla. Cada una declarada patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Además de los adelantos tecnológicos y artísticos que aportó esta cultura, también son numerosos los restos que aún quedan en la gastronomía, en las fiestas, en el idioma y la cultura en general.
Del puerto de Palos de la Frontera, en Huelva, salió Colón hacia la India, la brújula se le mojó y fue a parar a América, la descubrió, y el resto la conquistó, la expolió y bla, pum, pum, bla… Lo relevante para Andalucía fue que a partir de ese momento empezaron a entrar las mercancías que venían de América. Sevilla, la capital, se convirtió rápidamente en el centro comercial más grande de Europa. La famosa Casa de Contratación estaba acá en Sevilla. Fueron tan ricos en tan poco tiempo que volvieron a ser tan pobres como antes en apenas dos siglos. Cosa que hoy se puede ver, ya que dentro del contexto económico de España, Andalucía es una de las zonas más pobres. Un segundo mundo dentro de los retazos del primero. Claro que para llegar a esta situación, no debemos olvidar la colaboración interesada del dictador Francisco Franco que durante cuarenta años de gatillo fácil y de ricos más ricos, le regaló a España una de las más olvidables etapas de su historia.

Lo curioso del destino

Estas anotaciones fueron encontradas en un dormitorio prestado en la pensión Martirena en Barcelona. Los dueños de la pensión demoraron casi tres años en dar a conocer este documento. Según cuentan, la pareja de urusuecos que estuvo pernoctando allí, dejó sobre la mesa de luz un mapa de Barcelona en el que habían encerrado en un círculo rojo a la Universidad Autónoma. La sorpresa fue grande cuando descubrieron que detrás del mismo, con letra desprolija y apurada, había una serie de notas bajo el título: lo curioso del destino.


Lo curioso del destino
(Fragmento del documento hallado en Barcelona)


(…) Parece extraño, curioso mejor dicho, que durante 4 o 5 años hayamos tratado de colaborar con el destino, allanándole el camino. Estaba todo en la agenda, todo bajo control, los documentos, el día, la hora. Pero el destino es caprichoso y al parecer no le gustan las cosas muy mascaditas. Barcelona nos gustaba, es una ciudad fantástica donde no falta nada. Tampoco gente. Al cabo de unos días como turistas la disfrutamos hasta la saciedad. También al cabo de unos días y metidos en la piel de dos personas sin cámara de fotos colgando del cuello nos pareció agobiante y asfixiante.
(…) Con esa idea en la cabeza y a dos meses de solicitar una plaza en la Universidad en Barcelona, partimos rumbo al sur en busca de playas y ciudades nuevas, vacaciones y trabajo. Elegimos a Málaga como el comienzo del periplo. ¿Por qué Málaga? Bueno porque un día, como si estuviéramos jugando a los dardos con los ojos vendados y el mapa del sur de España fuera el blanco, un dedo se clavó ahí y ya estaba decidido. No se imaginan lo divertido que es elegir sin mirar el mapa, el lugar adonde ir. (…) Entonces buscamos pasajes, que tenían que ser triple B, como le decimos nosotros: barato, barato y barato. Pero siempre faltaba una B para comprarlos. ¿Y si buscamos pasajes para una ciudad cercana que sea triple B? Eso hicimos. Como las matemáticas casi nunca fallan, se nos ocurrió hacer la ecuación:

x= (b 3) km ( ciudad z - km ) ciudad y

El resultado, muy fácil, x fue igual a Sevilla. Para ahí partimos mochila en la espalda, carpa en la mano derecha y sobre de dormir en la mano izquierda. Como dicen acá, “carretera y manta”.
(…) Nos recibió el calor con lo brazos abiertos. Jamás en nuestras vidas habíamos recibido tanto calor, que no fuese humano, y todo de golpe (…) Cuatro días de turistas bastaron para que nos empapáramos de sudor y de la calidez de la gente. La ciudad nos encantó y no nos sentimos tan apretados como en Barcelona. Nuestra idea de quedarnos en este lugar se hizo cada vez más firme. Después vino el trabajo, la plaza que era esquiva y el resto que todos ya saben.
(…) Lo que estaba claro era que a esa altura el destino venía rezagado, quizás estaba todavía en Barcelona. También nos dimos cuenta de que nosotros mismos éramos el porvenir de ese destino, que al final se torció, que lo torcimos.