viernes, 27 de julio de 2007

Tiempo loco

20 minutos después de marcar la salida, pisamos tierra firme. Llegamos a la casa faltando muy poco para que sean las 3 de la tarde con los pies húmedos de chapotear en los charcos. Otro día infructuoso en lo que respecta a tesoros, ya que no lo encontramos, pero lucrativo porque cosechamos otro jornal.
La casa, como pocas veces, estaba vacía de gente porque Jaime y Laura se tomaron unos días y se fueron a Alemania a buscar un claro en el cielo en esa parte de Europa que en estos días está pasada por agua. Además, el vacío se notaba por la falta del aroma al café recién hecho que acostumbra a sobrevolar la casa desde la cocina hasta la entrada a estas horas del día. No estaban, solo nos esperaba con los brazos abiertos el desorden que sobrevivió del día anterior y que ni caso le hemos hecho por el momento, ya habrá tiempo para abrazos.
El clima el mismo, lluvia torrencial por momentos, llovizna casi permanente, el sol que se cuela por los huecos que dejan las nubes en un descuido, viento fuerte, calma, un día otoñal, un día primaveral de los que nunca, el tiempo sufre locura transitoria en estos precisos momentos en Gotemburgo. Nada alentadoras son las predicciones para el fin de semana, es más, hoy era la noticia más destacada de todas las portadas de los diarios el anuncio de que se esperan tormentas muy fuertes.
En este momento estoy escribiendo y mirando de a ratos por la ventana y les juro, aunque padezca también la misma locura del tiempo, que llegó el verano a Gotemburgo, el cielo es 90%celeste, el sol 100% un queso que quema, increíble.
Pero lo bueno no dura mucho y menos cuando se habla de buen clima de verano y menos todavía cuando el país es Suecia. Esto tarde o temprano iba a pasar. Otra vez las pocas nubes blancas corren presurosas a esconderse en el horizonte porque están siendo perseguidas por la misma pandilla violenta de siempre. La banda de los “nubes negras” ataca otra vez, parecen pocos pero al cabo de unos segundos son miles. En menos de cinco minutos, se juntan, se apelotonan, se funden hasta formar nuevamente la masa oscura que trepa y se desparrama velozmente.
Cuando ya nadie puede hacer nada para impedir el desastre, los "nubes negras" gritan a coro, esto es un asalto!, aunque ya se hayan robado el cielo.

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