“Aunque usted no lo crea”, como dijera décadas atrás el duro de Jack Palance en aquel programa tan curioso, cuando corría una decena de minutos de las siete de la tarde una lluvia generosa aminoró la marcha para convertirse en una pequeña granizada de algunos minutos. Unas diminutas bolitas blancas destacaban en el pavimento mojado. Me sorprendió un poco la situación climática, pero no lo suficiente como para asombrarme excesivamente porqu de un tiempo a esta parte, el tiempo en Gotemburgo es cambiante y extraño. Las temperaturas habían bajado debido al viento que soplaba desde hacía unos días. Pero, para granizar? Sí claro, el cambio climático vio. Ya está, la explicación científica resumida en esas dos palabrejas.
Al otro día, el termómetro marcaba a las 5 y media de la mañana la módica suma de 4 grados. Otra vez citaríamos la frase del carismático Jack, aunque usted no lo crea, de un día para otro el mercurio se evaporó 10 y 15 grados. También se nota claramente como el sol demora más en salir, minuto a minuto se va remoloneando en la salida.
El cielo quedó limpio como una patena, limpísimo, celeste como nunca lo habíamos visto este año. Eso sí, aunque el sol entibiara la mañana a la sombra estaba fresco. Una de las cosas que me gusta hacer en estas situaciones es salir afuera e inflarme con unas bocanadas de aire que entra tan limpio y refrescante que da placer. Inclusive en invierno, donde el aire obviamente es más refrescante, me gusta salir afuera de mangas cortas igual, y respirar por unos minutos para limpiar y liberar a los pulmones de la atmósfera seca que se genera en la casa a raíz de la imprescindible calefacción.
Faltan pocos días para la llegada oficial del otoño. El verano se coló entre los dedos como la arena de playa que no hemos pisado. El verano se fue con más pena que gloria.
Al otro día, el termómetro marcaba a las 5 y media de la mañana la módica suma de 4 grados. Otra vez citaríamos la frase del carismático Jack, aunque usted no lo crea, de un día para otro el mercurio se evaporó 10 y 15 grados. También se nota claramente como el sol demora más en salir, minuto a minuto se va remoloneando en la salida.
El cielo quedó limpio como una patena, limpísimo, celeste como nunca lo habíamos visto este año. Eso sí, aunque el sol entibiara la mañana a la sombra estaba fresco. Una de las cosas que me gusta hacer en estas situaciones es salir afuera e inflarme con unas bocanadas de aire que entra tan limpio y refrescante que da placer. Inclusive en invierno, donde el aire obviamente es más refrescante, me gusta salir afuera de mangas cortas igual, y respirar por unos minutos para limpiar y liberar a los pulmones de la atmósfera seca que se genera en la casa a raíz de la imprescindible calefacción.
Faltan pocos días para la llegada oficial del otoño. El verano se coló entre los dedos como la arena de playa que no hemos pisado. El verano se fue con más pena que gloria.
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