jueves, 30 de agosto de 2007

Cumpleaños feliz

30 de agosto. 29 ya. Parece mentira como pasan los años, como bólidos, como exhalación, vertiginosamente. Esta vez el onomástico me agarró en Gotemburgo, con valijas a medio hacer, emprendiendo la retirada, casi colgando el cartel de cerrado por vacaciones, merecidas por qué no.
Era conciente de que este año el protagonismo de la fiesta me lo sacaría Valentina. Y me lo sacó con creces. Y yo la dejé, la dejamos. Se roba a todos esa niña, se compra a todos. Y nos vendemos, así de claro.
Los siete festejamos rodeando una mesa cargada de diferentes y exquisitas tartas made in Laura y Maria, y la criminal torta de frutillas y crema esculpida por las manos de mi queridísima esposa, adornada con 29 velas, contadas y recontadas para evitar escenas traumáticas, que se prendieron y se apagaron todas las veces que quiso la copropietaria del evento.
A las diez de la noche estaban citados en casa de mi abuela toda la familia porque los iba a llamar a través del Skype, ya que todavía no han colocado el teléfono en la casa. Me di un festín de saludos que como siempre lograron que me conmoviera y me alegrara al mismo tiempo, al comprobar lo hermosa que es la familia que tengo.
Las fotos que siguen a continuación amplían mi blablaberío. (Cabe aclarar que las fotos en las cuales aparezco fueron trucadas con el Photoshop principalmente en la zona de las sienes donde fue necesario aplicar tinte negro sobre las irremediables canas).









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